viernes, 30 de junio de 2017

Tengo miedo de perderte.

Era una noche hermosa, mirábamos las estrellas ella y yo juntos, recostados en el pasto del jardín.
Estábamos tomados de las manos  y nos limitamos solo a contemplar en silencio la hermosa luna llena que había, lo hermoso que se veía el cielo con tantas estrellas, todo era perfecto.
Por un momento me perdí en mis pensamientos, pensé en cosas ajenas a ese momento, me invadió un miedo extraño y le agarré la mano más fuerte. Ella se volteó, me miró por unos segundos y se atrevió a romper con aquel  silencio.



-¿Qué te pasa? – me preguntó.

- Tengo miedo- le dije.

Frunció el ceño como si no hubiese comprendido lo que había dicho.  -¿Miedo de qué?

Por un momento dudé en responder esa pregunta. Respiré hondo, me volteé para quedar cara a cara con ella, la miré a los ojos y me atreví a responderle:

-Tengo miedo del destino. Miedo de que te decepciones de mí  y dejes de quererme, miedo de que algún día no me mires como lo estás haciendo ahora. Miedo de que no vuelva a escuchar tu tierna voz diciendo que me quieres, miedo de no poder volver a besar tus labios. Miedo de que lo nuestro se acabe, miedo de que ya no seas mía.  - quería decir más, pero sentí que se me humedecieron los ojos y la voz me tembló-  tengo… tengo miedo… tengo miedo de perderte.

Ella me escuchó en silencio y sin dejarme de mirar a los ojos.

-Yo he cometido muchos errores en la vida ¿sabes? – Sonrió – Pero jamás cometería el error de dejarte ir o de alejarme de ti.

- ¿Por qué lo dices con tanta seguridad? – cuestioné-

-Porqué nadie, nunca en toda mi vida, me había hecho sentir esto que siento por ti. Nunca me había sentido tan amada, nunca nadie me miró como lo haces tú ahora mismo. Nadie se preocupaba por mí como lo haces tú. Nadie había tenido miedo de perderme… por esas y miles de razones más, quiero permanecer a tu lado siempre.

La besé con fuerza, con pasión, entregando todo mi amor ese beso. Le di un beso que gritaba una y otra vez que la amaba… fue una noche perfecta.



 -¿Abuelito y todavía sigues amando a mi abuelita? – Me preguntó José, mi nieto que escucha con mucha atención mi relato.


-Como en aquella noche.


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