Mami
hoy quiero que duermas conmigo – Le dijo la pequeña niña a su madre que ni se
preocupó en preguntarle por qué temblaba de miedo.
- Ya está grande para eso, Camila- le sonrió y la mandó a su habitación.
La
niña miró a todos lados como buscando en quien refugiarse, no encontró a nadie
y decidió caminar hacia su habitación. Caminaba muy despacio como si estuviera
en un campo minado y tuviera que analizar cada paso que da.
Volteó
y le dirigió a la madre una mirada suplican que a su vez gritaba por ayuda…
lagrimas rodaron por sus mejillas.
Llegada
a su habitación abrió la puerta con mucho cuidado; asomó su cabeza como si
supiera que su verdugo la esperaba con un arma atormentante en sus manos.
No
miró a nadie, hizo un ademan de entrar, pero se quedó paralizada al escuchar un
ruido… sus ojos se agrandaron denotando sorpresa. Pero sintió que el alma le
volvió al cuerpo cuando notó que solo eran las bisagras de la puerta lo que
producía el ruido, pero igual no se sentía segura.
La
niña se armó de mucho valor y decidió correr hasta su cama con los ojos
cerrados y no abrirlos hasta que estuviera bajo su cobija… al parecer todo
estaba bien; se relajó un poco, cerró los ojos y evitó no pensar en lo que
podía pasar en su habitación.
-¡AAAAAAAAAAAAAAAA…!
– Se escuchó un grito de terror que
provenía de la habitación de Camila.
La
madre que se encontraba en su habitación tras oír tal grito corrió a ver qué
sucedía.
Al
abrir la puerta de la habitación encontró que la niña estaba tendida en el
suelo llorando desespera. Corrió hasta ella y la levantó. La niña muy asustada
se aferró a su pierna como si fuera el único lugar seguro en el que pudiera
estar.
-
¡Está aquí, mamá, está aquí! – Gritaba la niña entre sollozos.
- ¡¿Qué pasa?! ¡¿Quién está aquí,
Camila?! – Gritaba, también, la madre sin entender qué pasaba.
-
¡Un monstro horrible! ¡Un monstro horrible! – La pobre niña no dejaba de gritar
y cada vez abrazaba más fuerte la pierna de su madre que no entendía qué estaba
pasando.
La
madre que intentaba desesperadamente calmar a Camila y de entender qué le
pasaba, la pone de pie frente a ella y
le dice: - Todo está bien, mi amor, todo está bien –
-
Te
equivocas – dijo la niñas mientras sus
ojos se empezaron a poner blancos dándole un aspecto diabólico a su rostro.
-
¡¿Qué
te pasa, Camila?! – grito la madre casi rompiendo en llanto.
Se oyó una risa satánica en la
habitación providente de la niña tras un grito de pánico de la madre que se dio
cuenta que Camila estaba levitando.
Unas garras enormes empezaron a brotar en las pequeñas manos de la niña; la madre sin comprender nada
decidió huir de allí, pero antes que cruzara la puerta la niña la alcanzó y con
las garrar la hirió en la espalda y la hizo caer agonizando en el suelo.
-
¿quién
eres? – pregunto la mujer que ya le empezaba a faltar el aire.
-
Soy
todo a lo que tú le temes – Respondió.
Dicho esto la niña cayó junto a su
madre y allí yacieron hasta morir…
-
¡Woh! Está genial, sigue así Junior
ResponderEliminarMuchas, muchas gracias, Maria. Vale muchísimo viniendo de ti. Gracias.
EliminarVaya vaya, me gusto mucho.
ResponderEliminarHermano, muchísimas gracias
Eliminarque buena historia . Me gusto mucho ��
ResponderEliminarThank you (Y)
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